Etapa 4:
Se acabó el acarrear con tanto trasto, saco de dormir y mudas a la maleta, por fin!! Y fisios en el campamento!! Nuestras piernas los necesitaban, sobre todo Prats, flojete, jejeje.
Hoy es la etapa reina del recorrido marroquí, más de 100km, poco desnivel pero una terreno intermedio muy muy duro, o eso nos cuentan…
Añadidle que nuestros culos están ya en las últimas, como más de la mitad de los ciclistas. Llagas, abiertas en muchos casos, que hacen de sentarse en el sillín un martirio. Levantarse es peor, pues sólo el volver a apoyar de nuevo el trasero en el sillín hace que salten lágrimas de dolor.
Hoy hemos recurrido al doble culotte, con el usado por encima del nuevo, vaselina entre ambos y en la piel… pero aún así el dolor es inimaginable. Cualquier piedrecita, cualquier ondulación del terreno, resulta insoportable. Apretar los dientes, cerrar los ojos con fuerza y poner todo el cuerpo en tensión es la manera de tratar de minimizar algo los latigazos de dolor. Poco…
Desde las 5 de la mañana hasta las 7,30h el campamento médico está lleno de gente que se va a curar la entrepierna y a poner parches en las llagas abiertas. Marcos ya ha ido, yo sólo lo haré para la última etapa.
Empezamos a pedalear buscando el extremo del Plateau de Rekkan por las ya familiares llanuras inabarcables. Los primeros kilómetros son sencillos, pero aún así cuestan. Tras el primer avituallamiento, a los 20km, la pista que seguimos toma un falso llano ascendente y arenoso, la antesala del infierno.
El cuerpo se nota cansado, las piernas pesan, todo duele, desde los pies hasta el cuello, pasando por hombros, brazos, desde los primeros kilómetros hay que concentrarse en el sufrimiento, si te relajas un momento el cuerpo deja de dar pedales, las piernas ya no se mueven a órdenes inconscientes, eres tu quien ha de empujarlas con el pensamiento, cada giro del pedalier cuesta un mundo, el dolor se cuenta en gotas de sudor, el empeño en arrugas en la frente, el avance en metros, los kilómetros son tan eternos que apenas puedes concebirlos.
Llegamos a unos árboles que llevan ratos riéndose de nosotros en la lejanía. Especie de carrascas retorcidas entre lomas y roca, mucha roca. En apenas unos metros la pista de arena se convierte en una trocha irregular como la quijada de un lobo. Puntiagudas piedras de todo tamaño sobresalen del terreno por doquier, el avance se vuelve mucho más lento, sorteando las más grandes, zigzagueando en pos del mínimo esfuerzo. El lugar parece una dehesa extremeña donde las piedras hubieran proliferado cual plaga bíblica. Y conforme avanzan los kilómetros empeora. Y mucho.
Se acabó el acarrear con tanto trasto, saco de dormir y mudas a la maleta, por fin!! Y fisios en el campamento!! Nuestras piernas los necesitaban, sobre todo Prats, flojete, jejeje.
Hoy es la etapa reina del recorrido marroquí, más de 100km, poco desnivel pero una terreno intermedio muy muy duro, o eso nos cuentan…
Añadidle que nuestros culos están ya en las últimas, como más de la mitad de los ciclistas. Llagas, abiertas en muchos casos, que hacen de sentarse en el sillín un martirio. Levantarse es peor, pues sólo el volver a apoyar de nuevo el trasero en el sillín hace que salten lágrimas de dolor.
Hoy hemos recurrido al doble culotte, con el usado por encima del nuevo, vaselina entre ambos y en la piel… pero aún así el dolor es inimaginable. Cualquier piedrecita, cualquier ondulación del terreno, resulta insoportable. Apretar los dientes, cerrar los ojos con fuerza y poner todo el cuerpo en tensión es la manera de tratar de minimizar algo los latigazos de dolor. Poco…
Desde las 5 de la mañana hasta las 7,30h el campamento médico está lleno de gente que se va a curar la entrepierna y a poner parches en las llagas abiertas. Marcos ya ha ido, yo sólo lo haré para la última etapa.
Empezamos a pedalear buscando el extremo del Plateau de Rekkan por las ya familiares llanuras inabarcables. Los primeros kilómetros son sencillos, pero aún así cuestan. Tras el primer avituallamiento, a los 20km, la pista que seguimos toma un falso llano ascendente y arenoso, la antesala del infierno.
El cuerpo se nota cansado, las piernas pesan, todo duele, desde los pies hasta el cuello, pasando por hombros, brazos, desde los primeros kilómetros hay que concentrarse en el sufrimiento, si te relajas un momento el cuerpo deja de dar pedales, las piernas ya no se mueven a órdenes inconscientes, eres tu quien ha de empujarlas con el pensamiento, cada giro del pedalier cuesta un mundo, el dolor se cuenta en gotas de sudor, el empeño en arrugas en la frente, el avance en metros, los kilómetros son tan eternos que apenas puedes concebirlos.
Llegamos a unos árboles que llevan ratos riéndose de nosotros en la lejanía. Especie de carrascas retorcidas entre lomas y roca, mucha roca. En apenas unos metros la pista de arena se convierte en una trocha irregular como la quijada de un lobo. Puntiagudas piedras de todo tamaño sobresalen del terreno por doquier, el avance se vuelve mucho más lento, sorteando las más grandes, zigzagueando en pos del mínimo esfuerzo. El lugar parece una dehesa extremeña donde las piedras hubieran proliferado cual plaga bíblica. Y conforme avanzan los kilómetros empeora. Y mucho.
Van a ser 20km de este terreno inhóspito y desolador, pero aún así en parte cultivado, pues pronto veremos campos de cereal y muchachos bereberes, decisivos actores de la etapa de hoy.
Pedaleamos a menos de 10km/h entre más piedras, a las que se les han unido las raíces que cruzan la pista, completando un pack terrible. Voy marcando el ritmo a Marcos, más callado que de costumbre, mal pinta. Incluso es el quien pide los descansos. También es comprensible, el va en una bici rígida, mucho más dura e incómoda, mientras que mi Canyon de doble suspensión es infinitamente más cómoda y tracciona mucho mejor en este terreno. Son 4 etapas muy duras y cero problemas con la susodicha, realmente Nano no me engañó, es tan pepino como aparenta.
Tras cruzar un sembrado, en una intersección, la pista se torna sendero, que se va estrechando progresivamente por una agreste ladera. Cuesta pedalear aún más si cabe, pero me alegro de un poco de singletrack que da más emoción al manejo de la bici. Pasado 1km el sendero desaparece casi completamente, apenas trazas de ruedas marcan por donde han pasado nuestros precedentes. Parece extraño. En seguida nos juntamos un grupo de media docena de bikers, los que vamos buscando el camino a prueba y error. Tirando de lógica y experiencia en este terreno voy encontrando las marcas de roderas por los tramos más propicios, pero enseguida queda claro que estamos tan perdidos como los que pasaron antes que nosotros por aquí. Volver sobre nuestros pasos no es una opción, no sabemos donde nos desviamos y perderíamos mucho tiempo.
El gps marca un control de paso a 4-5km en línea recta, qué hacer??
Yo lo tengo claro, no se ve camino, es todo monte a través, así que recto como una vela, siempre que se pueda, pero atentos a buscar las zonas de monte que puedan ser más fáciles para empujar la bici (o llevarla a cuestas, como es mi caso). Bajamos una ladera hasta una vaguada, para continuar un buen rato por ella, y en el collado que la cierra espero ver algo de mundo… pero nada, más monte cierra el horizonte. Un vistazo al gps para cerciorarnos del rumbo y adelante.
El terreno se abre un poco, en ocasiones es posible hasta ir montado, y ya pasamos por algo parecido a bordas, signos de civilización!!! No queda mucho hasta que nos crucemos con una pista que, magia!, tiene marcas de la carrera. Ya nos hemos encontrado! Un vistazo a las roderas nos dice en qué dirección hay que ir (si vamos para atrás la jodemos bien) y así tras casi 2 horas de vagabundeo por la sierra retomamos el recorrido…
Marcos sigue muy callado, y en los apenas 4km que faltan hasta el avituallamiento, la cara le pasa de cansada a extenuada. Apenas le da para pedalear, por más lento que voy, el va más. No sin esfuerzo llegamos al camión del agua, donde pararemos por espacio de una hora, para que vaya recuperando. Muchas sales, comida, sentarse a la sombra…
Me llego a preocupar, dice cosas inconexas, el tarro le rige regular, está apajarado y casi desorientado.
Pedaleamos a menos de 10km/h entre más piedras, a las que se les han unido las raíces que cruzan la pista, completando un pack terrible. Voy marcando el ritmo a Marcos, más callado que de costumbre, mal pinta. Incluso es el quien pide los descansos. También es comprensible, el va en una bici rígida, mucho más dura e incómoda, mientras que mi Canyon de doble suspensión es infinitamente más cómoda y tracciona mucho mejor en este terreno. Son 4 etapas muy duras y cero problemas con la susodicha, realmente Nano no me engañó, es tan pepino como aparenta.
Tras cruzar un sembrado, en una intersección, la pista se torna sendero, que se va estrechando progresivamente por una agreste ladera. Cuesta pedalear aún más si cabe, pero me alegro de un poco de singletrack que da más emoción al manejo de la bici. Pasado 1km el sendero desaparece casi completamente, apenas trazas de ruedas marcan por donde han pasado nuestros precedentes. Parece extraño. En seguida nos juntamos un grupo de media docena de bikers, los que vamos buscando el camino a prueba y error. Tirando de lógica y experiencia en este terreno voy encontrando las marcas de roderas por los tramos más propicios, pero enseguida queda claro que estamos tan perdidos como los que pasaron antes que nosotros por aquí. Volver sobre nuestros pasos no es una opción, no sabemos donde nos desviamos y perderíamos mucho tiempo.
El gps marca un control de paso a 4-5km en línea recta, qué hacer??
Yo lo tengo claro, no se ve camino, es todo monte a través, así que recto como una vela, siempre que se pueda, pero atentos a buscar las zonas de monte que puedan ser más fáciles para empujar la bici (o llevarla a cuestas, como es mi caso). Bajamos una ladera hasta una vaguada, para continuar un buen rato por ella, y en el collado que la cierra espero ver algo de mundo… pero nada, más monte cierra el horizonte. Un vistazo al gps para cerciorarnos del rumbo y adelante.
El terreno se abre un poco, en ocasiones es posible hasta ir montado, y ya pasamos por algo parecido a bordas, signos de civilización!!! No queda mucho hasta que nos crucemos con una pista que, magia!, tiene marcas de la carrera. Ya nos hemos encontrado! Un vistazo a las roderas nos dice en qué dirección hay que ir (si vamos para atrás la jodemos bien) y así tras casi 2 horas de vagabundeo por la sierra retomamos el recorrido…
Marcos sigue muy callado, y en los apenas 4km que faltan hasta el avituallamiento, la cara le pasa de cansada a extenuada. Apenas le da para pedalear, por más lento que voy, el va más. No sin esfuerzo llegamos al camión del agua, donde pararemos por espacio de una hora, para que vaya recuperando. Muchas sales, comida, sentarse a la sombra…
Me llego a preocupar, dice cosas inconexas, el tarro le rige regular, está apajarado y casi desorientado.
Mientras se va recuperando, nos enteramos que los chicos bereberes han cambiado las marcas, y salvo los 8 primeros todos los demás nos hemos perdido. Nos cuentan también que algunos perros salvajes han atacado a un par de bikers y los chicos han tirado piedras a varios más. Es una putada pero hasta cierto punto los entiendo: eres pobre como las ratas, y ves pasar por tu casa, por tu tierra a unos tipos que parecerán marcianos. Les pides cosas y ellos poco menos que pasan a toda hostia a tu lado sin mirarte y espantando al ganado, suerte tienes que no te atropellen… Pues nada, que os jodan, os la vamos a dar con queso, por simpáticos. En su lugar puede que hiciera lo mismo. Es lo que tienen las carreras y las prisas…
También nos cuentan que aún debe haber 50-60 bikers perdidos por la sierra… menudo percal para la organización, esa que lo tenía todo cubierto al detalle… Por suerte todos aparecen tarde o temprano, y no hay nada que lamentar aparte del susto. Por supuesto las culpas durante la noche nos las echarán a los ciclistas, por no mirarse el roadbook y fiarse de las señales de la organización, pues según dicen la Titan Desert es una carrera de orientación.
Listo, si fuera así no pondríais las señales, y los Heras, Pereiro y compañía no vendrían y le darían caché a la prueba, que es lo que buscáis. Porque las señales son por ellos, para que corran y no tengan que preocuparse de buscar la ruta correcta en el roadbook. Pero claro, autocrítica cero, para variar. Otra cagada de tantas.
Nos ponemos en marcha, Marcos parece ya más recuperado, pero se nos han estropeado los cuentakilómetros y no tenemos muy claro cuántos kms quedan exactamente… suerte que finalmente el mío quiere ir mal que bien y más o menos nos apañamos.
Pasa otra hora de pedaleo por pistas más finas pero igualmente rompepiernas, el sufrimiento y el dolor son un murmullo quedo que suena a la par que giran las ruedas, la desgana llama al desánimo, pero si hemos pasado lo de antes, podemos con todo. Claro que si, con paciencia y sin prisas voy tirando de Marcos, animándole. Hoy las tornas han cambiado y debo ser yo el puntal, como el lo fue antes. Como dijo Lance Armstrong, “El sufrimiento y el dolor son pasajeros, rendirse es para siempre”
Y continuamos, continuamos… y volvemos a continuar.
Lentamente llegamos al final de la meseta en que estamos, ya vemos acantilados que se despeñan hacia una nueva llanura que nos aguarda al fondo. Cascadas de árboles discurriendo por abruptas laderas, profundos barrancos cicatrizan el fin de la meseta, y por uno de ellos nos tiraremos pista abajo.
Por mucha bajada que sea, sigue siendo matador, controlar la bici más sufrimiento, los brazos no dan más de si, se cargan y flaquean. 10 km descendiendo por una pista muy rota, sin ganas más que de acabar el día… se pueden hacer eternos. Paramos y le estiro las piernas a Prats, se le han subido los gemelos del todo, su cara es un poema, aún no sé como sigue en pié, pero estamos tan cerca…
Tras la bajada el tramo final es una pista ondulada que en pocos kms nos dejará en el campamento. No deben faltar ni 2km cuando hacemos la última parada. Marcos apenas puede seguir, quiere comer algo, y ahí en unas rocas, con el campamento ya a la vista reposamos un cuarto de hora, que aprovecho para desandar un tramo hasta unas casas donde juegan unos niños y darles las barritas que aún me quedan y que hoy ya no utilizaré. Les harán mejor aprecio que yo, seguro.
Finalmente, juntos como siempre, cruzamos la meta de la cuarta de las 6 etapas de que consta la carrera. Sólo quedan 2, y la de mañana es corta, y es la última en suelo marroquí. Esto está hecho, pienso.
Cuánto me equivoco.
Etapa 5:
Desde luego, que mañana regresemos a España, aunque sea para continuar pisando pedales, ha levantado el ánimo de la gente. Puede sentirse en el ambiente del campamento: el cielo brilla más, la comida sabe mejor, el culo no duele más, pero los baños siguen oliendo fatal. Además la organización nos ha dicho que han contratado un barco para nosotros, para que crucemos el estrecho y descansemos de cara a la última etapa. Por sus palabras, parece que lo han construido a propósito.
A las 8h nos ponemos en marcha, en busca de la rutina habitual, primera hora de sufrimiento y luego poco a poco a encontrarse mejor. Hoy el recorrido será corto, a mediodía habremos acabado.
El trabajo de los fisios por las tardes es maravilloso, aunque grites, los maldigas y sufras casi como encima de la bici, esa media hora de “cuidados” te renuevan para el día siguiente. Sin embargo, algo en mi renovación para hoy no ha ido bien, porque me siento fatal. Fatal.
Será que hoy hace mucho calor y a las 9 de la mañana estoy sudando como un condenado, será que me falta mentalización para hoy al ver que la etapa es tan sencilla, o será que soy un quejica y un flojete.
El paisaje tampoco ayuda, pues nos movemos todo el día por el extrarradio de pueblos y ciudades, entre construcciones abandonadas, cultivos secos y restos de pobreza. Apenas unos kilómetros sin ver civilización en el horizonte, más que el recorrido de una “carrera épica” parece la jornada de un repartidor de paquetería.
Así que con paciencia, decepción y aburrimiento nos vamos acercando a la meta. La única emoción del día la ponemos nosotros mismos al saltarnos un cruce y meternos de frente en una ciudad. Suerte que antes de cagarla mucho un paisano nos dice que por ahí no haremos camino, y dando media vuelta pronto estamos en ruta.
Los últimos kilómetros los hacemos por entre chabolas, basura y malos olores. Incluso nos vemos obligados a cruzar un río por debajo del puente, con el peligro del agua dando vidilla al asunto: remojarse una pierna equivaldría a perderla por putrefacción.
Y así, con semejante estampa damos por acabada la última etapa marroquí de la Titan Desert.
Vaya, resulta que cruzar la meta era sólo el calentamiento para lo que nos espera esta tarde… Nuestros jefes han reservado un área de servicio en el infierno para el post-ruta. En medio de un calor asfixiante, con el sol pegando como un demente, comienza la etapa 5bis.
Una suerte de Gynkama en la que tienes que ir a por tu maleta a un extremo del área, cargar con ella hasta la otra punta, donde recogeremos las cajas vacías de transporte de las bicis. Luego, aún sin ducharse, limpiar y desmontar las bicis, meterlas en las cajas con toda la herramienta y material, y llevarlas a cargar al camión de transporte. Seguidamente ya podemos ducharnos, pedir hora al fisio e ir a comer, que hay hambre. Siempre cargando con la maleta, claro está…
Una vez repuestos con pasta equivalente a 3 hectáreas de trigo no nos queda otra que esperar. Y esperar. Tenemos hora con el fisio bastante tarde, y hasta que acabemos no podremos montarnos en los autobuses que van saliendo paulatinamente hacia la costa, dirección Nador. Serán 2h al cuidado de un conductor suicida, cuya pericia finalmente logra el mareo de medio bus, mientras el otro medio toma en vano el nombre de su familia hasta la quinta generación.
Y al llegar a Nador, papeleo, aduanas, más papeleo y varias carreras de obstáculos con la maleta a cuestas. No se si me creeréis pero nada de toda esta aventura me ha dejado tan cansado y desganado como toda esta comedia de traslado a España a mitad carrera.
Ah, y resulta que ese barco que poco menos que fletaban para nosotros (los Titanes, como nos llaman, valiente gilipollez de nombre) no es sino el ferry-cama que hace el trayecto de línea Nador-Almería todos los días, el más barato y perrero, el que usan los marroquíes que van a recoger fruta a España. La cena es una mierda, el camarote para dos un zulo de 6m2 conectado directamente con el averno. Cero ventilación, no menos de 30ºC toda la noche.
Para colmo el briefing se retrasa, perdemos horas de sueño que hacen mucha falta por la dichosa pantomima de todos los días, que no acabará hasta pasadas las 12 de la noche. Y todo ello con la etapa más dura en el horizonte, con 120km y dos mil y muchos metros de desnivel a meternos entre pecho y espalda. O a meterse, porque yo hace ratos que tengo claro que mañana ya no salgo. Estoy reventado, muerto, se me caen los ojos de sueño, el cuerpo se me ha bloqueado, como la mente. No entiendo que la organización nos haya metido en semejante cagada de traslado. Es que llevamos sin parar desde las 6h y son las 24h. Sé que no soy capaz de pedalear 120km en el estado de extenuación en que me encuentro, apenas me da para andar…
Y ríete tu, porque el plan es que mañana nos levantemos a las 5h, cojamos un bus en Almería otra hora y pico hasta Abla, donde deberemos montarnos las bicis y re-empacarlo todo, y la salida de la etapa será ¡A las 11h!
Es flipante, esto les viene grande a la organización, cómo se puede programar semejante despropósito??? Apenas habrá tiempo para llegar a Granada, si tienen que dar premios y todo, y la cena de fin de Titan será a las 22h, es materialmente imposible…
Han dado 10h de cierre de control para la etapa, muy poco a la vista de las pasadas jornadas, de la dureza de la que nos queda, y del cansancio extremo de la gente.
Lo dicho, compadezco a los desgraciados que aún tienen tamaño purgatorio por delante, porque yo me bajo, mi titan ha acabado en África.
Muy cabreados con todo este circo, Marcos y yo nos vamos ya a dormir. Está jodido porque lo dejo solo, se nota. Y yo estoy jodido por dejarlo solo, muy jodido.
La 1 de la mañana pasa ya cuando, tras el ritual de cremas y pastillas, apagamos la luz. No vamos a dejar de sudar en toda la noche…
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