Márketing. Es un anglicismo muy en boga desde hace una década y que utilizamos invariablemente en todo el mundo para hacer referencia a una práctica tan vieja como el mundo: vender el producto que sea con el máximo beneficio personal y satisfacción para el comprador.
-Cuando en la antigüedad se casaban las hijas por acuerdos y mediante la dote, se las vestía con las mejores ropas, se las arreglaba en función de las posibilidades de la familia para que al presentarlas a sus pretendientes, éstos se sintieran cuanto más atraídos mejor, con lo que el que la eligiese bien fuera el de mayores posibles, bien se conformara con menor dote.
-Cuando Cristóbal Colón buscaba patronazgo para sus proyectos de viajes a las Indias, trataba de presentarlos con la mayor pompa, haciendo hincapié en los exactísimos cálculos sobre la circunferencia terrestre, los “seguros” beneficios para la corona (la que fuese, pues antes que a Isabel la Católica le cayese en gracia, ya había obtenido el NO del Rey portugués y el del Consejo Real Español) o en la posición dominante que proporcionaría a las flota española.
Pues bien, si a ti el marketing y todas esas chorradas te dan igual, te diré que el otro día nos fuimos con Angelón a dar un paseo en piragua doble por el artificial pantano de Mediano, con entrada por la desembocadura del barranco de Usía y paseo a pié por las extrañas formaciones rocosas de dicho barranco.
Si, en cambio, te gusta vestir y adornar las cosas, los nombres atrayentes, etc., entonces has de saber que estuvimos piraguando por el lago de Mediano, con unas maravillosas vistas del Pirineo nevado en una apacible tarde de primavera, navegando alrededor de la inundada torre de la iglesia y atravesándola por los huecos del campanario. A continuación nos adentramos en el espectacular Cañón de la Pirámide, un recóndito universo de acantilados y formaciones calizas, de misteriosa quietud. Con una isla piramidal guardando la entrada, como los restos del medieval Castillo de Monclús que en su cima guardaron el paso de los invasores en otro tiempo. Concluimos la tarde saliendo de la piragua para recorrer a pié la parte alta del cañón, donde el agua ha dibujado en la piedra multitud de canales y zigzags, horadado paredes y rocas, creado escenas irreales y caprichosas por las que andábamos sobrecogidos por semejante belleza.
Durante la vuelta, al atardecer, los anaranjados rayos de sol se filtraban entre las nubes, tiñendo las olas de un claroscuro hipnótico.
Las dos versiones son válidas, las dos ocurrieron a la vez, el mismo día a la misma hora. Ambas duraron la misma cantidad de tiempo, ambas requirieron la misma cantidad de paladas de remo, el mismo gasto energético, el mismo sudor. Las fotos tomadas son idénticas en ambos casos, con la misma luz, con el mismo enfoque. Qué es lo que cambia, pues??
Nada y todo, verdad?
Hay alguna mentira?
Cuál de ambas experiencias prefieres? Por qué?
Con cuál te sentirías más a gusto relatándola a los amigos, a los compañeros de trabajo?
Con cuál te sentirías más realizado?
Es marketing al fin y al cabo, no? Desde luego, aunque igual no tiene tanto que ver con nombres atrayentes, ni es tan chorrada.
Porque es también un aspecto vital, un modo de afrontar la vida, las circunstancias. Es interior, es disfrutar de lo que hay, de lo que hacemos, de lo que se tiene, porque el hecho de tenerlo no devalúa, al contrario. Tener la posibilidad de hacer este viaje siempre que quieras, es infinitamente mejor que sólo verlo en una revista, o en un documental. Pero pasamos de darle importancia, total, como está aquí siempre…
Una parte que teníamos de niños y que perdimos por el camino, demasiado pronto. Sin embargo siempre se está a tiempo de recobrarla.
Ilusión por lo que haces, ilusión por lo que eres. Cada pequeño detalle tiene una historia en la que puedes participar, de la que puedes disfrutar.
Márketing interior, marketing personal. No son conceptos tan diferentes como puede pensarse a priori…