Sobrarbe es mi vida, gente sencilla y parajes únicos. El lugar donde mis cenizas, dentro de muchos años espero, abonaran nuevos bosques y praderas.

30 nov 2012

Cómo se recupera un camino?

Tanto desde la Asociación de Amigos de los Camino Tradicionales de Sobrarbe como desde la Zona Zero llevamos un buen número de años limpiando senderos, rescatándolos del olvido, restaurando este patrimonio cultural, tan importante muestra de antropología como las casas, ermitas o puentes. O incluso más, pues todas ellas no hubieran existido de no ser por los caminos tan perfectos y estudiados que se hicieron en la antigüedad.
Centrándonos en Sobrarbe, la gran mayoría de caminos importantes que se han utilizado hasta hace bien poco, hasta las llegada de las carreteras, datan de la Baja Edad Media (S. XIII-XV), momento en que la paz y el poder Real tras la reconquista estaban ya consolidados y desde la Corona se quiso mejorar las comunicaciones en el Reino de Aragón para favorecer el comercio interno y gestionar mejor los excedentes de producción de cada zona.
Comando Morico de limpieza
Por supuesto no todos los caminos recuperados datan de entonces, mucho de ellos no formaban parte de la red principal y su misión era más humilde: unir pueblos entre sí, llegar a ermitas y santuarios, o acercar los huertos, zonas de pasto y de labor a los núcleos de población. Pero podemos asegurar con pocas dudas que prácticamente todo ellos contarán con un mínimo de un cuarto de milenio a sus espaldas. Y por tanto sus muros, sus piedras de enrollar, sus escaleras, sus fuentes y esos árboles inmensos que crecen a su vera dicen tanto de nuestros ancestros como cualquier otro monumento. Y merecen un respeto.
Es por tanto que el primer punto a tener en cuenta a la hora de recuperar un camino es el respeto: respeto a las curvas que hace, a las piedras de sus muros o de su piso, al espíritu que tuvo. En suma, respeto a su trazado original.
Los senderos que limpiamos, en su mayor parte no se hayan documentados en ninguna lista de donde poder conocerlos, sino que requieren de su “redescubrimiento”. En ocasiones sabremos de ellos porque nos los hemos cruzado de manera fortuita en medio del monte, o porque mirando el mapa con sentido común era lógico que estuviese ahí. En otras porque lo hemos visto en antiguos mapas o fotos aéreas, o porque preguntando a un anciano de la zona, este nos lo ha enseñado.
De todos los casos es sin duda este último el mejor, pues tener de viva voz una persona que te hable de sus usos, te cuente alguna anécdota que tuvo lugar en él y te provea de información sobre nombres y topónimos es impagable. Es por ello que  aunque alguien del lugar no nos lo haya mostrado, una vez que tenemos un camino localizado hemos de tratar de encontrar a gente que lo conociese en uso y nos explique todo lo posible acerca del mismo.
Repasando con la cizalla

Sabido esto, el camino debe andarse y marcarse con GPS, para no equivocarse al limpiar y además poder conocer  su longitud, desnivel, puntos importantes de pasos, cruces, etc. Además con el andado del mismo ya podemos realizar una estimación de la posibilidad o no de recuperarlo, del tiempo que puede costar su limpieza y de si ésta puede/debe ser una prioridad o no merece la pena (por su accesibilidad, por la belleza del terreno que transita, por sus posibles conexiones, etc.) Una vez realizada toda esta faena de información previa ya podemos ponernos manos a la obra.
Limpiar un camino es algo que como todo en esta vida sólo se aprende con experiencia: de comenzar con sierras de mano y tijeras de podar, cortando la mínima vegetación posible al uso de desbrozadoras y motosierras, azadas y picos, rastrillos y cizallas abriendo el camino entre 1 y 2 metros de anchura para evitar que la vegetación lo invada en una estación.  También hemos aprendido a organizarnos mejor el trabajo, a distribuirnos en cuadrillas de trabajo, donde los mejores resultados se dan en grupos de 3-4 personas por tramo, siempre dependiendo de las características propias del camino. De todos modos, y para no hablar de casos muy particulares, digamos que la base de trabajo es la siguiente:
  1. Delante 1-2 personas con motosierra cortando los troncos, ramas y arbustos más gruesos, con los que no podrá la desbrozadora. Igualmente, al ser el trabajo más rápido (pero no menos cansado) le da tiempo a apartar todo lo que corta.
  2. A continuación el operario de la desbrozadora, capolando todo arbusto y sotobosque (aliagas, boj, romeros, hierbajos altos, etc.) que haya, que siempre suele ser muy abundante. La faena de las motosierras le dan el espacio necesario para poder trabajar con comodidad. Sólo se dedica a esto, no limpia nada.
  3. Ahora  viene el paso de 1-2 personas que, con sierras de mano y rastrillos van quitando todo lo cortado por la desbrozadora y terminando de serrar cualquier rama o arbusto que se hayan dejado quienes les preceden (esto incluye raíces, tocones, ramas, etc. Que dan un buen “acabado” al camino)
  4. Por último vienen 1-2 zapadores que azada en mano arreglan tramos en los que la gravedad o la erosión han podido con el camino, zonas donde las piedras sobresalen molestas o donde la caja del camino se ha visto estrechada y precisa mayor anchura. A su vez también se dedican a reconstruir muros que se hayan caído, etc.
sendero bucólico
Una vez el camino está transitable, queda por hacer la parte final: balizarlo y publicarlo
  • El balizamiento consistirá en marcar los cruces y los lugares de salida y llegada con flechas que indiquen las direcciones, destinos y si es ciclable o sólo apto para senderismo. Igualmente se señalarán los lugares importantes del trazado, o con toponimia conocida (collados, zonas de campos, árboles importantes, fuentes, elevaciones, ruinas, pueblos, etc.) y en caso de atravesar zonas valladas, estas se señalizarán y colocarán carteles indicando que se sea muy respetuoso con las mismas, y se dejen como se encontraron. Además, si el camino va a formar parte de alguna ruta balizada del Centro BTT hará falta colocar las señales correspondientes de IMBA.
  • La publicación y publicitación es la última parte, y no menos importante, pues se trata de poner en valor el camino, de lograr que la gente lo recorra (lo que ayudará directamente a su mantenimiento y que no se cierre deprisa) y lo conozca. Así que con ayuda de las webs de ambas asociaciones (www.caminosdesobrarbre.com y www.bttpirineo.com ), de redes sociales y de notas de prensa se informará de sus características, sus puntos de interés, sus usos recomendados, etc. Y por supuesto se pondrá el track GPS a disposición de todos.
Ahora ya sólo se puede desear que todo este desinteresado trabajo sea del agrado de la gente, que se cuide y no se ensucie, que se respeten todos los lugares por donde se transita y por supuesto que se disfrute!!
Tras el esfuerzo una buena lifara para hace grupo

2 nov 2012

El Vado del Bachimala: Integral norte (8 tresmiles) al Bachimala, 9-10-12



Amanece sobre el valle, con la gabacha entrando y Suelza recortada al fondo
Apenas han dado las 7 de la mañana, noche cerrada aún, que ya dejamos atrás el coche, aparcado junto al refugio de Tabernes (1740m), en la entrada de uno de los valles menos transitados del Pirineo Central. Junto a su vecino Viadós, este valle, surcado por el Cinqueta de la Pez tuvo en su día mucha más importancia que en la actualidad. Aguas arriba de Tabernes se extiende uno de esos lugares mágicos del Pirineo. No es una magia proveniente de paisajes cortados a pico ni de montañas interminables no, su hechizo es la sencillez, esa belleza de un paraje calmado, casi doméstico entre montañas esculpidas a ventisca y sol. Hablo del Vado del Bachimala, la única zona franqueable del Cinqueta de la Pez.
Primeras luces sobre el Baliner mientras el valle sigue a oscuras
Tabernes es un valle típicamente fluvial, y por ello forma una “V” muy pronunciada, encajonando el curso del río entre dos afiladas dorsales  que superan los 3000m: las crestas del Balinier-Batoua (o Culfreda) al oeste y del Bachimala-Abbeille al este. Al fondo del mismo, superados los 2400m se encuentra el Puerto de la Pez, paso transfronterizo que comunica esta salvaje zona de Chistau con el más humanizado valle francés de Loudenville.
El otoño ya ha llegado a Tabernes
Su único punto débil para ser atravesado transversalmente es el Vado del Bachimala, pues allí se combina una zona de cauce del río llana y mucho menos abrupta que el resto del recorrido con la posibilidad de ganar dos collados que dan paso a los valles adyacentes. Por el este el collado Señal de Viadós comunica con dicho valle, y por el oeste el secular y otrora importantísimo Puerto de la Madera que comunica con el valle francés de Riomajou. Este puerto, junto al Puerto de Plan, se ha usado desde siempre para atravesar el Pirineo en la zona de Chistau, tanto por contrabandistas y comerciantes de estraperlo como por ganaderos, cazadores, maderistas o simplemente como vía de cruce natural.
Al fondo puede apreciarse el Vado del Bachimala, ya a la vuelta de nuestra singladura
El Vado es, pues, una pequeña zona de pastos atravesada por un meandro del Cinqueta de la Pez (de hecho, su primer y casi único meandro) que se haya rodeada de frondosos bosques de abeto y pino negro, con pinceladas sueltas de serbales, arces o hayas. El fluir cristalino del agua espumando las rocas, los prados donde pastan caballos y vacas, los árboles entre los que se mueven las ardillas, todo, bajo el azul profundo del cielo surcado por rapaces y chovas. El paraíso.
El puente que cruza el Cinqueta de la Pez, en pleno Vado

Pero hoy hemos atravesado la zona del vado aún en penumbra, dirección el Puerto de la Pez, pues nuestro objetivo del día no es otro que encadenar toda la cresta desde este puerto hasta el Bachimala. Atravesado ya el estrechamiento conocido como el paso del gato, finalmente nos decidimos por ir más directos, obviando la llegada hasta el puerto, pues la boira mañanera atraviesa la frontera hacia nosotros por dicho punto, con lo que subimos directos por el paso del barranco del Ibón, zona sin camino aparente, empinadísima y que obliga en ciertos puntos a usar las manos. De esta manera ganamos altura a velocidad de vértigo, amaneciendo en los ibones con un calderinazo de los buenos (al menos yo), que me obliga a parar un poco, pues casi me han sacado de punto.
Moncho recortado por la sombra, y al fondo las crestas de los Culfredas y el Balinier, que cierran el valle por el oeste
Desde los ibones de Bachimala vamos a buscar el primer tresmil de la cresta, que realmente son dos, gemelos: Punta de la Pez (3019m) y Punta del Puerto de la Pez (3019m). Ganaremos primero el collado previo por una canal que se va empinando progresivamente y que se hace de rogar lo suyo, con lo que ya nos colocamos en la arista. Ahora todo lo que nos queda hasta el Bachimala va a ser cresta, más de 3,5km de verticalidad en un ambiente precioso, sin grandes dificultades salvo pasos puntuales, pero siempre por el filo de la montaña.
Mayormente por la aún sombreada y fría cara oeste vamos trepando los primeros pasos que nos llevarán hasta nuestros primeros tresmiles del día. No creo que haya ni siquiera grado, ya la única dificultad la pone el frío y el aire que sopla aún de mañana, del que nos resguardamos una vez llegados a las cimas en un resalte hacia el sureste para echar un bocado.
El Pico de la Pez, con el Bachimala nevado al fondo
Aquí discutimos sobre qué hacer, porque el Bachimala tiene más nieve de la esperada en la zona que hemos de cruzar, y no hemos traído ni crampones ni un piolet. También sobre si nos ponemos los arneses o no. Moncho aboga por flanquear las zonas más comprometidas por debajo pero finalmente optamos por darle de frente, ya habrá tiempo de darse la vuelta. Tampoco nos ponemos los arneses porque no se ven grandes dificultades (alguna reseña habla de pasos de III+ o incluso IV junto al pico del Abbeille, pero realmente no creo que nada llegue a superar el III grado, y si lo hay no lo vimos, y eso que íbamos por el itinerario marcado por los hitos más altos). Así pues sólo con el casco nos metemos en harina, entre hermosos bloques de granito que parecen desafiar la gravedad pero que se hayan perfectamente sujetos entre sí, como los dientes de una mandíbula. Un paseo por lado francés, donde sí superamos algún paso más comprometido que difícil nos saca de nuevo a zonas soleadas, y ganamos poco después varios pasos y travesías que siempre cuentan con alguna presa de esas que puedes colgar un camión de tres ejes. Lo más complicado casi son los destrepes que hay que efectuar, y cuando llegamos a una placa inclinada que me parece recordar vimos catalogada de III casi me parto de risa. Se sube casi sin manos, y tiene espacio como para jugar un partido de basket 3x3.
Uno de los tramos más bonitos de cresta
En esas estamos cuando coronamos lo que nos parece el Abbeille, pero resulta que no, es sólo su antecima, así que en cuatro zancadas tiramos hacia la cima “buena”, alcanzando así el tercer tresmil del día (3030m). Desde aquí se supone que se han acabado las dificultades hasta la parte final, aunque la primera parte de cresta hasta el pico Marcos Feliu (3054m) no es tan sencilla como me esperaba, y sigue habiendo que usar las manos. El cansancio ya se va notando, pues llevamos más de 5h de marcha y más de 1500m de desnivel.
De esta manera vamos ganando progresivamente los siguientes hitos geográficos, por una cresta no muy ancha pero sí sencilla, de andar y usar las manos. A esto se suma que los desniveles hasta el fondo de los valles no son excesivos (300-500m a lo sumo) y no da tanta sensación de vacío como otras, amen de nunca ser una pared completamente vertical, pues incluso hacia ambos lados tiene varias escapatorias, alguna de ellas en el lado español muy claras.
Ibones del Bachimala y el poropio pico, con Suelza y Fuesa al fondo
Así pues de un plumazo seguimos encadenando muescas en nuestro expediente: Pequeño Bachimala (3052m), Punta del Ibón (3097m) y finalmente Punta Lendomeur (3120m), ahora ya sí con algo más de verticalidad y dificultad. Hacemos un alto para coger fuerzas de cara al esfuerzo final y trepamos y destrepamos los tres gendarmes que separan este último pico del Bachimala, cuya mole se yergue amenazadora sobre nosotros, como un fantasma descarnado y gélido, oscura piedra desmenuzada cicatrizada de blanco.
Moncho negociando una tregua con la roca
Una de las destrepadas de los gendarmes sí que será III, y ahora la vertical caída hacia el lado francés sí que tiene un patio considerable, con lo que sazona de picante los pasos. Igualmente la calidad de la roca ha ido empeorando paulatinamente, hay tramos donde pisar nieve es obligado y todo sumado, junto al cansancio hace que debamos ser MUY cuidadosos. Finalmente nos colocamos bajo la pared somital del Bachimala (3174m) desde la que podemos elegir dos vías: recto y un poco a la derecha por el lado español, que se haya tapada por la nieve en el punto clave o flanqueo por el lado francés con una calidad de roca indeseable y mucho abismo bajo los pies. La decisión es tirar por el medio, siguiendo la vía que va directa, pero siempre un poco por encima, más rectos, buscando unos pasos y travesías limpios de nieve que no son difíciles pero sí delicados. Trepadas de II o así que antes de lo que nos damos cuenta nos depositan en la cima, casi 7h después de haber salido del coche, y 2000m de desnivel a cuestas. Y de nuevo sin usar la cuerda, con lo que otra vez se queda quieta en la mochila, no sea que se gaste.
Ya queda menos!
Desde aquí, y ya sin agua por el calor que finalmente ha ganado la pugna al frío matutino, bajaremos los más directos posible hacia el vado, buscando el barranco del Bachimala donde poder abrevarnos sin talento, saltándonos la Señal de Viadós alcorzando por una pedrera que nos deja en la parte alta de dicha barranquera. Y tras un laaaargo descenso, que me deja los pies nuevamente escaldados llegamos al Vado, donde nos vamos a pegar un homenaje en forma de remojón de pinreles en agua chelada, tanto que duelen cosa mala si los tienes más de medio minuto seguidos bajo el agua.
Gozoooooooo!!!
 Tras media hora larga de relax, el tramo final es un paseo donde aún tendré tiempo de mercar un par de ceps ya cerca del coche. Cargamos las cosas y rápidamente hacia Plan, donde unas birras nos esperan en la barra de Ruché para brindar por otra jornada finiquitada exitosamente. 
El acceso por la canal y todo el itinerario por la arista, desde el Bachimala