8 de mayo de 2010
Subida anual a la Peña Montañesa del CAS
Ya va siendo hora que me una a alguna actividad del CAS, que por una cosa u otra no hay manera de coincidir con mi club.
Pero eso de subir a la Peña, qué significa??
Es un cúmulo de experiencias alentadas por la búsqueda de una cima vacía, fría, solitaria.
La cima es el destino pero sin el camino ella no es nada.
Si me dieran la oportunidad de chasquear los dedos y encontrarme ya en ella, lo rechazaría de plano.
Subida anual a la Peña Montañesa del CAS
Ya va siendo hora que me una a alguna actividad del CAS, que por una cosa u otra no hay manera de coincidir con mi club.
Pero eso de subir a la Peña, qué significa??
Es un cúmulo de experiencias alentadas por la búsqueda de una cima vacía, fría, solitaria.
La cima es el destino pero sin el camino ella no es nada.
Si me dieran la oportunidad de chasquear los dedos y encontrarme ya en ella, lo rechazaría de plano.
¿Qué sentido tiene hallarse tan lejos de la meta si no es por recorrer el sendero que nos conduce a ella?
¿Qué significado tiene estar en un lugar si no se ha aprendido del viaje que nos ha conducido allí?
¿De qué sirve tener 30 años si no es por los previos 10957 días de enseñanzas, caídas y tozudez?
Sin el camino, la cima no es nada.
Pero sin quienes compartimos el camino, este pierde igualmente su significado.
Todas las personas que caminan junto a nosotros nos enriquecen las experiencias. A veces nos ayudan a ir más deprisa o más despacio de lo que deseamos, y sin darnos cuenta nos están ayudando.
O nos muestran caminos alternativos, evitan que nos enrisquemos y nos dan seguridad en los pasos comprometidos.
O nosotros a ellos.
El poeta griego Konstantinos Kavafis escribió hace casi un siglo un poema llamado Ítaca.
Me permito la licencia de modificar algunas palabras…
Cuando emprendas tu viaje a La Peña
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los precipicios ni al frío
ni a la colérica tormenta,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los precipicios ni al frío
ni a la salvaje tormenta encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a lugares nunca vistos antes.
Detente en los prados
y hazte con hermosas fotografías,
flores y sol, rapaces y paisajes
y toda suerte de olores sensuales,
cuantos más abundantes olores sensuales puedas.
Ve a muchos miradores y bosques
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a la cima en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Más no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchas horas
y atracar, saciado ya, en la Peña,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que la cima te enriquezca.
La cima te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, la cima no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las montañas.
El poema original podéis encontrarlo aquí