Amanece sobre el valle, con la gabacha entrando y Suelza recortada al fondo |
Apenas han dado las 7 de la mañana, noche cerrada aún, que
ya dejamos atrás el coche, aparcado junto al refugio de Tabernes (1740m), en la
entrada de uno de los valles menos transitados del Pirineo Central. Junto a su
vecino Viadós, este valle, surcado por el Cinqueta de la Pez tuvo en su día
mucha más importancia que en la actualidad. Aguas arriba de Tabernes se
extiende uno de esos lugares mágicos del Pirineo. No es una magia proveniente
de paisajes cortados a pico ni de montañas interminables no, su hechizo es la
sencillez, esa belleza de un paraje calmado, casi doméstico entre montañas
esculpidas a ventisca y sol. Hablo del Vado del Bachimala, la única zona
franqueable del Cinqueta de la Pez.
Primeras luces sobre el Baliner mientras el valle sigue a oscuras |
Tabernes es un valle típicamente fluvial, y por ello forma
una “V” muy pronunciada, encajonando el curso del río entre dos afiladas
dorsales que superan los 3000m: las
crestas del Balinier-Batoua (o Culfreda) al oeste y del Bachimala-Abbeille al
este. Al fondo del mismo, superados los 2400m se encuentra el Puerto de la Pez,
paso transfronterizo que comunica esta salvaje zona de Chistau con el más
humanizado valle francés de Loudenville.
El otoño ya ha llegado a Tabernes |
Su único punto débil para ser atravesado transversalmente es
el Vado del Bachimala, pues allí se combina una zona de cauce del río llana y
mucho menos abrupta que el resto del recorrido con la posibilidad de ganar dos
collados que dan paso a los valles adyacentes. Por el este el collado Señal de
Viadós comunica con dicho valle, y por el oeste el secular y otrora
importantísimo Puerto de la Madera que comunica con el valle francés de
Riomajou. Este puerto, junto al Puerto de Plan, se ha usado desde siempre para
atravesar el Pirineo en la zona de Chistau, tanto por contrabandistas y
comerciantes de estraperlo como por ganaderos, cazadores, maderistas o
simplemente como vía de cruce natural.
Al fondo puede apreciarse el Vado del Bachimala, ya a la vuelta de nuestra singladura |
El Vado es, pues, una pequeña zona de pastos atravesada por
un meandro del Cinqueta de la Pez (de hecho, su primer y casi único meandro) que
se haya rodeada de frondosos bosques de abeto y pino negro, con pinceladas
sueltas de serbales, arces o hayas. El fluir cristalino del agua espumando las
rocas, los prados donde pastan caballos y vacas, los árboles entre los que se
mueven las ardillas, todo, bajo el azul profundo del cielo surcado por rapaces
y chovas. El paraíso.
El puente que cruza el Cinqueta de la Pez, en pleno Vado |
Pero hoy hemos atravesado la zona del vado aún en penumbra,
dirección el Puerto de la Pez, pues nuestro objetivo del día no es otro que
encadenar toda la cresta desde este puerto hasta el Bachimala. Atravesado ya el
estrechamiento conocido como el paso del gato, finalmente nos decidimos por ir
más directos, obviando la llegada hasta el puerto, pues la boira mañanera
atraviesa la frontera hacia nosotros por dicho punto, con lo que subimos
directos por el paso del barranco del Ibón, zona sin camino aparente,
empinadísima y que obliga en ciertos puntos a usar las manos. De esta manera
ganamos altura a velocidad de vértigo, amaneciendo en los ibones con un
calderinazo de los buenos (al menos yo), que me obliga a parar un poco, pues
casi me han sacado de punto.
Moncho recortado por la sombra, y al fondo las crestas de los Culfredas y el Balinier, que cierran el valle por el oeste |
Desde los ibones de Bachimala vamos a buscar el primer
tresmil de la cresta, que realmente son dos, gemelos: Punta de la Pez (3019m) y
Punta del Puerto de la Pez (3019m). Ganaremos primero el collado previo por una
canal que se va empinando progresivamente y que se hace de rogar lo suyo, con
lo que ya nos colocamos en la arista. Ahora todo lo que nos queda hasta el
Bachimala va a ser cresta, más de 3,5km de verticalidad en un ambiente
precioso, sin grandes dificultades salvo pasos puntuales, pero siempre por el
filo de la montaña.
Mayormente por la aún sombreada y fría cara oeste vamos
trepando los primeros pasos que nos llevarán hasta nuestros primeros tresmiles
del día. No creo que haya ni siquiera grado, ya la única dificultad la pone el
frío y el aire que sopla aún de mañana, del que nos resguardamos una vez
llegados a las cimas en un resalte hacia el sureste para echar un bocado.
El Pico de la Pez, con el Bachimala nevado al fondo |
Aquí discutimos sobre qué hacer, porque el Bachimala tiene
más nieve de la esperada en la zona que hemos de cruzar, y no hemos traído ni
crampones ni un piolet. También sobre si nos ponemos los arneses o no. Moncho
aboga por flanquear las zonas más comprometidas por debajo pero finalmente
optamos por darle de frente, ya habrá tiempo de darse la vuelta. Tampoco nos
ponemos los arneses porque no se ven grandes dificultades (alguna reseña habla
de pasos de III+ o incluso IV junto al pico del Abbeille, pero realmente no
creo que nada llegue a superar el III grado, y si lo hay no lo vimos, y eso que
íbamos por el itinerario marcado por los hitos más altos). Así pues sólo con el
casco nos metemos en harina, entre hermosos bloques de granito que parecen
desafiar la gravedad pero que se hayan perfectamente sujetos entre sí, como los
dientes de una mandíbula. Un paseo por lado francés, donde sí superamos algún
paso más comprometido que difícil nos saca de nuevo a zonas soleadas, y ganamos
poco después varios pasos y travesías que siempre cuentan con alguna presa de
esas que puedes colgar un camión de tres ejes. Lo más complicado casi son los
destrepes que hay que efectuar, y cuando llegamos a una placa inclinada que me
parece recordar vimos catalogada de III casi me parto de risa. Se sube casi sin
manos, y tiene espacio como para jugar un partido de basket 3x3.
Uno de los tramos más bonitos de cresta |
En esas estamos cuando coronamos lo que nos parece el
Abbeille, pero resulta que no, es sólo su antecima, así que en cuatro zancadas
tiramos hacia la cima “buena”, alcanzando así el tercer tresmil del día
(3030m). Desde aquí se supone que se han acabado las dificultades hasta la
parte final, aunque la primera parte de cresta hasta el pico Marcos Feliu
(3054m) no es tan sencilla como me esperaba, y sigue habiendo que usar las
manos. El cansancio ya se va notando, pues llevamos más de 5h de marcha y más
de 1500m de desnivel.
De esta manera vamos ganando progresivamente los siguientes
hitos geográficos, por una cresta no muy ancha pero sí sencilla, de andar y
usar las manos. A esto se suma que los desniveles hasta el fondo de los valles
no son excesivos (300-500m a lo sumo) y no da tanta sensación de vacío como
otras, amen de nunca ser una pared completamente vertical, pues incluso hacia
ambos lados tiene varias escapatorias, alguna de ellas en el lado español muy
claras.
Ibones del Bachimala y el poropio pico, con Suelza y Fuesa al fondo |
Así pues de un plumazo seguimos encadenando muescas en
nuestro expediente: Pequeño Bachimala (3052m), Punta del Ibón (3097m) y
finalmente Punta Lendomeur (3120m), ahora ya sí con algo más de verticalidad y
dificultad. Hacemos un alto para coger fuerzas de cara al esfuerzo final y trepamos
y destrepamos los tres gendarmes que separan este último pico del Bachimala,
cuya mole se yergue amenazadora sobre nosotros, como un fantasma descarnado y
gélido, oscura piedra desmenuzada cicatrizada de blanco.
Moncho negociando una tregua con la roca |
Una de las destrepadas de los gendarmes sí que será III, y
ahora la vertical caída hacia el lado francés sí que tiene un patio
considerable, con lo que sazona de picante los pasos. Igualmente la calidad de
la roca ha ido empeorando paulatinamente, hay tramos donde pisar nieve es
obligado y todo sumado, junto al cansancio hace que debamos ser MUY cuidadosos.
Finalmente nos colocamos bajo la pared somital del Bachimala (3174m) desde la
que podemos elegir dos vías: recto y un poco a la derecha por el lado español,
que se haya tapada por la nieve en el punto clave o flanqueo por el lado
francés con una calidad de roca indeseable y mucho abismo bajo los pies. La
decisión es tirar por el medio, siguiendo la vía que va directa, pero siempre
un poco por encima, más rectos, buscando unos pasos y travesías limpios de
nieve que no son difíciles pero sí delicados. Trepadas de II o así que antes de
lo que nos damos cuenta nos depositan en la cima, casi 7h después de haber
salido del coche, y 2000m de desnivel a cuestas. Y de nuevo sin usar la cuerda,
con lo que otra vez se queda quieta en la mochila, no sea que se gaste.
Ya queda menos! |
Desde aquí, y ya sin agua por el calor que finalmente ha
ganado la pugna al frío matutino, bajaremos los más directos posible hacia el
vado, buscando el barranco del Bachimala donde poder abrevarnos sin talento,
saltándonos la Señal de Viadós alcorzando por una pedrera que nos deja en la
parte alta de dicha barranquera. Y tras un laaaargo descenso, que me deja los
pies nuevamente escaldados llegamos al Vado, donde nos vamos a pegar un
homenaje en forma de remojón de pinreles en agua chelada, tanto que duelen cosa
mala si los tienes más de medio minuto seguidos bajo el agua.
Gozoooooooo!!! |
Tras media hora larga de relax, el tramo final es un paseo
donde aún tendré tiempo de mercar un par de ceps ya cerca del coche. Cargamos
las cosas y rápidamente hacia Plan, donde unas birras nos esperan en la barra
de Ruché para brindar por otra jornada finiquitada exitosamente.
El acceso por la canal y todo el itinerario por la arista, desde el Bachimala |
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