Un día amanece nublado, lloviendo y con frío.
Las teles, las radios y hasta las ministras hablan de "La Tormenta Perfecta" mientras nosotros nos desperezamos.
Las nubes asedian Ainsa, impidiendo ver más allá de unos pocos kilómetros.
Las avalanchas cortan carreteras, cierran estaciones de esquí, son portada en los periódicos y mantienen a los montañeros en casa.
El desayuno y el café caliente no invitan a otra cosa que asistir al repiqueteo de la lluvia a través de las cristaleras del bar.
Desoyendo toda lógica, vamos al coche, encendemos motor, calefacción y alineamos las ruedas con la carretera que sube a Francia y Pineta.
Una vez en Bielsa, nos desviamos hacia el valle de Pineta, mientras la lluvia torna en copos blancos que se descuelgan del manto nuboso pausadamente, uniéndose en un gran manto blanco que cubre, no sólo los bosques de las laderas, sino la propia carretera.
No han pasado quitanieves por aquí, no se ve ni un dedo de asfalto por ningún lado. Todo es blanco, gris, y otra vez blanco.
Qué haríais?
Nosotros seguimos, y nos encotramos con esto:
2 comentarios:
Ufff , yo sin duda, me quedaría en casa con una buena birra, vino...todo menos aventurarme en ese fantasmagórico y bello paisaje...eso si, sin duda, también, esperaría con impaciencia la llegada de los atrevidos para saborear esas impresionantes fotos. Que le vamos hacer si nací algo miedica jum!!
alas
No sabes Jorge los aludes que han caido por esa zona. Impresionantes, han tapado el puente de arriba, en el desvio para subir a pineta
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