Para un fanático de Metallica como yo, probar una bici que se llama Sandman tiene un componente especial de cariño, y porqué no decirlo, de nostalgia.
Pero mientras el Sandman de los californianos era un monstruo de las pesadillas para asustar a los niños, la Sandman belga es un monstruo de los sueños para circular por el monte.
Pongámonos en antecedentes:
- Hace ya un par de años o así Ángel me habló de de que Koen, un belga que había vivido mucho por aquí por Sobrarbe y que tenía una empresa de rutas de bici, estaba con la idea de adaptar unas ruedas de cubierta mastodóntica a las bicis de montaña. A mi me pareció inviable y no le hice mucho caso.
- El otro día que pasé por el taller, me encontré de morros con una extraña bicicleta: combinaba un cuadro rígido muy bonito con unas ruedas que daban ganas de reírse. Y, una vez acabada la carcajada, de mirarla con mucha atención. Llantas de anchura especial, cubiertas de 3.8 y blandas como chicle por la poca presión, horquilla invertida, montaje a tutiplén, factor Q inmenso, cuadro especial para dejar un paso de rueda adecuado… había que probarla!!
Así que regresé por la tarde para dar una pequeña vuelta a Partara, territorio muy conocido pero que hacía días que no cataba. Siendo agosto, el trayecto ente la tienda de Ángel y el inicio de la ruta estaba atestado de turistas, los cuales giraban la cabeza al verme pasar con semejante trasto; unos asombrados, otros riendo, otros pensando en un chiste. A nadie dejaba indiferente.
Comienzo la ruta, con el primer problema: el sillín no sube los suficiente para mí y tengo que pedalear muy muy bajo. Pero bueno, es lo que hay… Así que comienzo una rampa hormigonada de considerable pendiente, donde la bici parece agarrarse, pero menos de lo imaginado. No puedo ponerme a penas de pié porque las cubiertas tan blandas (0,7kg) flanean mucho y resulta incómodo (con lo que no voy a poder descansar las piernas de pedalear tan bajo), pero ya pruebo que intentando pegar un arreón fuerte de pié donde normalmente una bici normal perdería tracción trasera, esta ni se menea.
Pero mientras el Sandman de los californianos era un monstruo de las pesadillas para asustar a los niños, la Sandman belga es un monstruo de los sueños para circular por el monte.
Pongámonos en antecedentes:
- Hace ya un par de años o así Ángel me habló de de que Koen, un belga que había vivido mucho por aquí por Sobrarbe y que tenía una empresa de rutas de bici, estaba con la idea de adaptar unas ruedas de cubierta mastodóntica a las bicis de montaña. A mi me pareció inviable y no le hice mucho caso.
- El otro día que pasé por el taller, me encontré de morros con una extraña bicicleta: combinaba un cuadro rígido muy bonito con unas ruedas que daban ganas de reírse. Y, una vez acabada la carcajada, de mirarla con mucha atención. Llantas de anchura especial, cubiertas de 3.8 y blandas como chicle por la poca presión, horquilla invertida, montaje a tutiplén, factor Q inmenso, cuadro especial para dejar un paso de rueda adecuado… había que probarla!!
Así que regresé por la tarde para dar una pequeña vuelta a Partara, territorio muy conocido pero que hacía días que no cataba. Siendo agosto, el trayecto ente la tienda de Ángel y el inicio de la ruta estaba atestado de turistas, los cuales giraban la cabeza al verme pasar con semejante trasto; unos asombrados, otros riendo, otros pensando en un chiste. A nadie dejaba indiferente.
Comienzo la ruta, con el primer problema: el sillín no sube los suficiente para mí y tengo que pedalear muy muy bajo. Pero bueno, es lo que hay… Así que comienzo una rampa hormigonada de considerable pendiente, donde la bici parece agarrarse, pero menos de lo imaginado. No puedo ponerme a penas de pié porque las cubiertas tan blandas (0,7kg) flanean mucho y resulta incómodo (con lo que no voy a poder descansar las piernas de pedalear tan bajo), pero ya pruebo que intentando pegar un arreón fuerte de pié donde normalmente una bici normal perdería tracción trasera, esta ni se menea.
Continúo por un trozo de asfalto roto hasta llegar al inicio de la pista que sube a la cruzeta Bruello. Esta subida es corta pero una putada, son rampas tremendas (mucho rato sobre el 20%) y el firme está completamente esbarrancado, acanalado, con piedras de todos los tamaños, con tierra suelta a tramos… Cuesta mover el 34 que lleva (las ruedas, debido a la cubierta son similares a una 29er) y más con mi postura tan baja, pero lo compensa el hecho que la bici no pierda tracción en NINGÚN momento. A mitad subida me pongo a pasar por los peores tramos de la pista, buscando las piedras, los agujeros, los surcos, y el resultado es el mismo, estoy impresionado. Sólo con pendiente de tierra fina y suelta la rueda trasera derrapa algo.
Cerca de la cruzeta Bruello, en vez de subir por la pista, cojo el empalme de sendero, que es inviable pensar en pedalearlo normalmente. Aún así, soy capaz de pedalear más de la mitad del mismo, y seguro que algún buen ciclista, más técnico y fuerte que yo, se lo subiría casi entero. Sólo las fuerzas y la pendiente que te echan para atrás suponen un freno a las posibilidades de trepar con este cacharro.
Paro arriba para hacer alguna foto de la burra y me dispongo a continuar por el sendero de subida que crestea la sierra de Partara: ramas, tierra, losas, piñas, más losas. Aquí la bici sigue subiendo muy fina, y se compensa de manera bastante buena el extra de rozamiento con la ausencia de pedaladas en falso y el gasto extra que supone esto. El no poder ponerse mucho de pié para descansar un poco las piernas es un fastidio en algún momento en que vendría bien oxigenación, pero llego arriba y es allí donde descanso las patas J (añado el hecho de hacer medio sendero con una sola mano, pues la cantidad de mocas de la encina que hay me obligan a ir espantándolas a manotazos todo el puñetero rato)
Bajando, la bici va rápida, estable, pero le noto cierta falta de manejabilidad en la zona más revirada y agarre lateral al tumbar (por los tacos de la cubierta). Varias curvas encadenadas que normalmente se derrapan, en esta ocasión no puedo hacerlas tan deprisa porque pese a los frenos de 4 pistones hope m4 noto falta de potencia de frenado y demasiado agarre para derrapar como estoy acostumbrado, por lo que las tengo que hacer despacio. No parece una bici ratonera, con semejantes ruedas, pero sí muy estable a velocidad (el último tramo es una diagonal de velocidad pura), y la rueda trasera copia el terreno como si llevaras una suspensión trasera corta pero hipersensible.
Como colofón cruzo el barranco de Ena montado como en un sofá, tremendo, y paso por unos metros de barro blando y profundo que se salvan de manera impresionante (la rueda no se clava apenas por su anchura, y los tacos que tiene no agarran casi barro).
La vuelta por carretera, 2km, es otro cantar, se hace pesada, se oye rodar mucho, lastra física y mentalmente.
Como epílogo decir que me quedan ganas de poder probarla más, con una tija adecuada a mi altura, con mejores frenos, y durante más rato. Sube como un demonio, baja decentemente bien, y me queda la duda de cómo sería con unas cubiertas tipo Larsen o tipo High Roller, cómo se comportaría con cada una de ellas. Y, también, si con esta bici más evolucionada, se recortarían bastante los tramos de pateo de las Pirenaicas…
Preguntas, más preguntas…
2 comentarios:
Juax!! Ya me contó el otro dia el tío faneka que teníais este cacharro entre vuestras piernas, ya...
Pues con alguna evolución puede ser un cacharro curioso de probar. No comentas nada de su cuadro rígido. Supongo que con tanto balón de cubiertas no hecharías especialmente en falta... o si?
Nothing else matters...
He leido que abandonas. La verdad es que yo tampoco participo mucho. Digamos que hay demasiado ruido. Pero, una cosa es que abandones y otra que dasaparezcas en la niebla. Ya sabes donde estamos. Pásate por la taberna, que ahora tenemos radio y todo.
Un abrazo, campeón.
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