Voy a seguir con mi idea de comentar aquí los libros que leo y me resultan lo suficientemente interesantes para reseñarlo. Este caso es curioso, porque si bien no es un mal libro, tampoco me ha llenado, y le veo carencias por muchos lados. Y sin embargo, por su originalidad, merece la pena hablar de él.
De un prolífico y variado escritor (libros, cómics, guiones de cine) me hablaron para bien hace unos meses. Su nombre: Neil Gaiman. Su obra cumbre: un cómic llamado “The Sandman”. Una recomendación: “American Gods”.
Con esta vasta información me hice con un ejemplar del susodicho, y cerca de dos meses he tardado en leerlo. Entre tanto han circulado otros libros por mi mesilla, pero este sólo se prestaba a ser leído en momentos especiales, luminosos, para combatir el oscurismo del autor, en ocasiones totalmente innecesario.
Innecesario esto y más cosas, pues no hay otra palabra que mejor explique las carencias que tiene esta lectura. Una gran cantidad de apuntes sexuales más o menos explícitos colocados sin sentido alguno, por que sí. Si los quitas la historia ni empeora ni mejora. Una escritura, como digo, oscura, con pasajes que crees que tendrán sentido más adelante pero que se pierden en la madeja de hilos que es la trama. Un lenguaje que busca llenarse de simbolismos y cae en la autocomplacencia, se enreda a sí mismo en ocasiones. Y abusa del insulto a discreción.
Con la excusa de “humanizar” a los dioses, Gaiman les dota de todos los fallos del ser humano, pero hace demasiado hincapié en los “fáciles”, en los que todos apuntaríamos como debilidades humanas. Y choca porque otras partes del libro si que poseen una gran elaboración.
Igual me equivoco pero toda esta colección de innecesariez responde al tipo de público objetivo del libro. No deja de ser curioso que el autor, irlandés, hable de EEUU de cabo a rabo. Puede que tenga algo que ver en el acabado final del libro.
Profundo pero barriobajero.
Pero basta de palos, porque es un buen libro, por mucho que le falte pulimento. La historia es genial, absorbente, novedosa, intrigante…
Inmigración, América (EEUU) es un país creado en base a los inmigrantes, que han llegado de todo el globo para asentarse en esta vasta tierra. Y cada grupo ha llegado con sus ilusiones, sus esperanzas, sus miedos, sus deseos, sus tristezas… y sus dioses. Dioses a los que siguen adorando aún fuera de su país natal. Dioses que viven, son corpóreos y crecen o menguan en poder dependiendo de la creencia de la gente. Son dioses que trabajan en supermercados, bares, o el gobierno. Dioses que roban o se prostituyen, dioses que mendigan o dioses que asesinan. Dioses antiguos, viejos, “clásicos”. Dioses temerosos.
Temerosos de los nuevos dioses que están acaparando la atención de los americanos: la televisión, Internet, Hollywood, las ciudades, el consumo, los coches… todos ellos personificados en individuos elegantes, nuevos, “a la moda”.
Esta división va a generar los conflictos que se narran en el libro, tanto en la realidad como en la onírica de Sombra, el protagonista utilizado para contar la historia.
Sombra es un ex-convicto que sale de la cárcel para reunirse con su mujer…que muere en un accidente de tráfico junto con su mejor amigo. Sin otra cosa que hacer se ve contratado por Wednesday, un timador aficionado al Jack Daniel´s, a los coches viejos y a las mujeres.
La historia se enrosca como el muérdago en las ramas de un árbol, da vueltas, con tramos más interesantes que otros, nos presenta una corte de dioses variada y amplia, nos muestra la necesidad de actuar para sentirnos vivos, de pensar. Está cargada de nostalgia por un mundo que se va (que ya se ha ido) y por otro que ha llegado, donde no caben todos los recuerdos pasados.
Presenciamos unos cuantos diálogos profundos, que hacen que reflexionemos, que nos hacen formular una pregunta tras otra, y éste es quizás la mayor virtud del libro como tal, más que entretenernos o ilustrarnos. Sólo al final el libro se me hace medianamente entretenido, por lo general costaba leer más de 20-30 páginas seguidas, porque su línea argumental es difusa (no tiene porqué ser algo en su contra, más bien al revés) y porque satura e invita a parar y reflexionar sobre lo leído.
Estoy seguro que tendrá más alabanzas que detractores, especialmente porque lo leerá un público abierto a este estilo (al que no le guste este tipo de fantasía creo que le costará leerlo), y puede que hasta se convierta en un libro de culto para un nicho de gente. Sería predecible.
De un prolífico y variado escritor (libros, cómics, guiones de cine) me hablaron para bien hace unos meses. Su nombre: Neil Gaiman. Su obra cumbre: un cómic llamado “The Sandman”. Una recomendación: “American Gods”.
Con esta vasta información me hice con un ejemplar del susodicho, y cerca de dos meses he tardado en leerlo. Entre tanto han circulado otros libros por mi mesilla, pero este sólo se prestaba a ser leído en momentos especiales, luminosos, para combatir el oscurismo del autor, en ocasiones totalmente innecesario.
Innecesario esto y más cosas, pues no hay otra palabra que mejor explique las carencias que tiene esta lectura. Una gran cantidad de apuntes sexuales más o menos explícitos colocados sin sentido alguno, por que sí. Si los quitas la historia ni empeora ni mejora. Una escritura, como digo, oscura, con pasajes que crees que tendrán sentido más adelante pero que se pierden en la madeja de hilos que es la trama. Un lenguaje que busca llenarse de simbolismos y cae en la autocomplacencia, se enreda a sí mismo en ocasiones. Y abusa del insulto a discreción.
Con la excusa de “humanizar” a los dioses, Gaiman les dota de todos los fallos del ser humano, pero hace demasiado hincapié en los “fáciles”, en los que todos apuntaríamos como debilidades humanas. Y choca porque otras partes del libro si que poseen una gran elaboración.
Igual me equivoco pero toda esta colección de innecesariez responde al tipo de público objetivo del libro. No deja de ser curioso que el autor, irlandés, hable de EEUU de cabo a rabo. Puede que tenga algo que ver en el acabado final del libro.
Profundo pero barriobajero.
Pero basta de palos, porque es un buen libro, por mucho que le falte pulimento. La historia es genial, absorbente, novedosa, intrigante…
Inmigración, América (EEUU) es un país creado en base a los inmigrantes, que han llegado de todo el globo para asentarse en esta vasta tierra. Y cada grupo ha llegado con sus ilusiones, sus esperanzas, sus miedos, sus deseos, sus tristezas… y sus dioses. Dioses a los que siguen adorando aún fuera de su país natal. Dioses que viven, son corpóreos y crecen o menguan en poder dependiendo de la creencia de la gente. Son dioses que trabajan en supermercados, bares, o el gobierno. Dioses que roban o se prostituyen, dioses que mendigan o dioses que asesinan. Dioses antiguos, viejos, “clásicos”. Dioses temerosos.
Temerosos de los nuevos dioses que están acaparando la atención de los americanos: la televisión, Internet, Hollywood, las ciudades, el consumo, los coches… todos ellos personificados en individuos elegantes, nuevos, “a la moda”.
Esta división va a generar los conflictos que se narran en el libro, tanto en la realidad como en la onírica de Sombra, el protagonista utilizado para contar la historia.
Sombra es un ex-convicto que sale de la cárcel para reunirse con su mujer…que muere en un accidente de tráfico junto con su mejor amigo. Sin otra cosa que hacer se ve contratado por Wednesday, un timador aficionado al Jack Daniel´s, a los coches viejos y a las mujeres.
La historia se enrosca como el muérdago en las ramas de un árbol, da vueltas, con tramos más interesantes que otros, nos presenta una corte de dioses variada y amplia, nos muestra la necesidad de actuar para sentirnos vivos, de pensar. Está cargada de nostalgia por un mundo que se va (que ya se ha ido) y por otro que ha llegado, donde no caben todos los recuerdos pasados.
Presenciamos unos cuantos diálogos profundos, que hacen que reflexionemos, que nos hacen formular una pregunta tras otra, y éste es quizás la mayor virtud del libro como tal, más que entretenernos o ilustrarnos. Sólo al final el libro se me hace medianamente entretenido, por lo general costaba leer más de 20-30 páginas seguidas, porque su línea argumental es difusa (no tiene porqué ser algo en su contra, más bien al revés) y porque satura e invita a parar y reflexionar sobre lo leído.
Estoy seguro que tendrá más alabanzas que detractores, especialmente porque lo leerá un público abierto a este estilo (al que no le guste este tipo de fantasía creo que le costará leerlo), y puede que hasta se convierta en un libro de culto para un nicho de gente. Sería predecible.
2 comentarios:
Ejem, Gaiman nació cerca de Londres, en Porchester.
La cantidad de títulos suyos que han adaptado para el cine, y la fama de sus cómics, hacen que esta novela no sea su obra maestra, pero es uno de sus mejores trabajos.
Los tejemanejes de Odín y compañía son una gozada.
Si quieres leer una historia mitológica más clásica: La espada rota, de Poul Anderson.
Upps vaya error con la nacionalidad del tio, es lo que tiene escribir alguna información de oidas. Gracias por la corrección.
Sobre el libro que me recomiendas, lo pongo en la lista de la compra.
Saludos!!!
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