El invierno tiene un nosequé que quéseyo |
Primero de todo disculpar mi prolongada ausencia bloggera,
pero no adubo a todo y cuando he tenido tiempo no me he encontrado inspirado
para escribir, y no me gusta poner entradas por ponerlas. Así que espero ahora
poder colgar una serie de posts con historietas de este invierno que aún dura,
blanco sobre piedra, en las montañas.
Alberto posando |
Este invierno me puse la intención de hacer más actividad
invernal que los pasados, pues bici se puede hacer todo el año, pero otras
modalidades montañeras no. Y una de ellas es la escalada en hielo, deporte que
he practicado poquito pero que me encanta y me engancha.
La mezcla de construcciones naturales de aparente fragilidad
tan efímeras tiene una magia que es complicada de explicar. Es la quintaesencia
del Carpe Diem, el ahora o nunca que llega a la montaña, esas catedrales de la
naturaleza, que si por algo destacan generalmente es por su compromiso con el
tiempo, pues siempre, siempre, siempre, están ahí.
Alberto en el último muro del Americano, el que se me resistió |
Pero como la caprichosa climatología que las desviste en
verano, las engalana los inviernos con preciosistas telas de fugacidad extrema,
que además nunca son iguales, entonces no queda otra que arrimarse a ellas
ahora o correr el riesgo de no volver a repetirse tal posibilidad en varios
años.
Y es lo que le pasa a las formaciones de hielo, ya sean
cascadas congeladas, corredores o paredes por donde escurre el hielo de la
fusión de las campas superiores. O mezcla de todo ello. No creo que nadie sea
inmune a la belleza que irradian las creaciones más caprichosas del hielo:
largos y esbeltos colmillos, columnatas perfectamente torneadas, paños mezcla
de espejo y destello o toboganes pulidos con esmero.
Y claro, poder subir por ellas picando a base de piolets y
crampones es un atractivo irresistible.
Estropeando el paisaje |
Aprovechado que un amigo del valle,
Alberto Marín, se ha echado valientemente a la piscina con una empresa de guía
de montaña, senderos ordesa y este invierno quiso fomentar los cursos de
escalada en hielo, no dudé en irme con él a mejorar mi precaria técnica y
conocimientos.
No fue fácil porque este invierno las condiciones necesarias
para la formación del hielo no han sido las mejores (obviamente hace falta
frío, frío y algo más de frío. Y las suficientes precipitaciones que
proporcionen la materia prima). Aun así pudimos hacer 3 muy buenas jornadas de
montaña.
El paño de hielo de Ardonés |
El primer día nos acercamos al vecino valle de Benasque para
atacar la zona de Ardonés, cerca de Cerler. Un precioso recodo atravesado por
una barranquera que se precipita en preciosas cascadas junto a los paños de
vías de niveles asequibles. La escalada más “normal” se unió a juegos en
top-rope donde había que subir con un solo piolet, o sólo con las manos,
prácticas muy buenas para mejorar el uso de los pies y el equilibrio. Tras 7-8h
de actividad y un dolor de brazos considerable (eran 2 años sin hacer hielo)
llegábamos al coche en un atardecer de esos que se graban en la retina y que
transforman la nieve en oro.
Justo en medio, prominente el corredor del Estrecho |
Verticalidad, pero mucha nieve |
El segundo día nos fuimos al punto más concurrido de
Sobrarbe para el hielo (aunque técnicamente esté en Francia): la boca norte del
túnel de Bielsa. Lugar perfecto para los que no quieren grandes aproximaciones
a las vías, pues a pocos minutos del parking se haya una gran cantidad de
cascadas y corredores. En esta ocasión, y vista la concurrencia de la famosa
Dorada, Alberto decide tirar al corredor del Estrecho, una preciosa vía de 4-5
largos y 200m y 3+, que realmente estaba bastante más fácil pues había más
nieve que hielo y se subía con sencillez. Debido a esto aproveché para tirar un
rato de primero con la relativa seguridad que daba el terreno, y la verdad muy
cómodo y con confianza, disfrutando mucho. Y de bajada rapelando, con lo que
nos evitamos el pesado descenso con el paquetón de nieve había en la montaña.
Haciendo de primero de la cuerda |
La
pena fue un golpe que me di en la rodilla con el hielo, que si bien no me
impidió hacer la actividad al completo, fue más puñetero de lo esperado y me tuvo
3 semanas en el dique seco, precisamente los mejores días en cuanto a
condiciones de hielo en todo el invierno!! Grrrrrrrrrrrrrr
Pero el que no se consuela es porque no quiere, y en que me
encontré razonablemente bien volvimos a marchar con Alberto a la boca norte,
esta vez a una Dorada ya muy trabajada y con poca gente, lo que nos permitió
escalar mucho rato, tanto de primero como de segundo, mejorar la colocación de
tornillos en momentos delicados y hasta darle a la vía del Americano, un grado
5 (que sería menos en ese momento) pero que estaba muy complicado de proteger y
que no pude superar pues me faltó el muro final, pero es que los brazos ya no me
hacían ni puñetero caso!!
Vía del Americano |
Y yo en ella |
Aún tenía previsto un viaje a Dolomitas a pinchar más hielo,
pero finalmente no pudo salir, así que con eso me quedé. Que no me quejo, pero
quiero más!!!
Ya ha acabado la temporada de hielo, esperaremos de nuevo a
la efímera creación del año que viene, con la idea de por lo menos doblar la
cantidad de días de escalada!!
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