Sobrarbe es mi vida, gente sencilla y parajes únicos. El lugar donde mis cenizas, dentro de muchos años espero, abonaran nuevos bosques y praderas.

4 may 2013

Una travesia de ida y vuelta: Día I


Norte del Vignemale desde la ventana del refugio de Oulettes de Gaube
No siempre los planes pueden salir como estaba previsto, pero ello no significa que nos neguemos a disfrutar el camino alternativo.
A mediados de abril, planeamos con Matteo una travesía circular con esquís por el terreno comprendido entre Panticosa, Vignemale y Respomunso. El primer día iríamos desde el Balneario al Refugio de Oulettes, para al día siguiente subir al Vignemale, luego ir al Ref. Wallon, después a Respomuso y finalmente volver a Panticosa. Daban un tiempo bastante bueno y nieve bastante estable (salvo pasado el mediodía). Esto es lo que finalmente pasó.

Madrugón del bueno, a las 4:30h suena el despertador, y eran la 1 que aún danzaba por casa. Desayuno, preparar té para el termo, y aún me toca responder un par de mails del curro antes de marchar, vaya tela!! Cargo en el coche y bajo hasta el cruce donde ya me espera Matteo, hacemos el traslado de material a su auto, y nos encaminamos hacia Panticosa, con un tiempo absolutamente primaveral, 8ºC en Ainsa a esas horas.
Balneario de Panticosa, con el Garmo Negro vigilante entre las nubes
Una hora y poco después, con el día abriéndose camino entre nubes y cumbres, llegamos al Balneario de Panticosa, donde ni mucho menos somos los primeros. Furgos de gente que ha debido pasar la noche allí y esquiadores ya prestos para salir, un tiempo más fresco (normal, estamos a 1600m) y la claridad creciendo a pasos agigantados.
Nos cambiamos sin prisa pero sin pausa, y compruebo que mis focas pegan menos de lo que deberían. Están ahí-ahí desde que les cambié el pegamento, que era la primera vez y no lo debí hacer muy allá, pero hoy ya se sueltan con demasiada facilidad. El caso es que finalmente aguantaron la travesía sin dar mayores problemas. La pasada semana las botas me hicieron unas rozaduras bastante heavys, así que pongo esparadrapo en las piernas (recién depiladas debido a ello), me “emboto” y p´adelante!
Apenas hemos de andar unos minutos hasta encontrar la nieve suficiente y calzarnos los esquís. Comenzaremos subiendo por el GR11 dirección este, ganando altura rápidamente por una nieve dura en la que se avanza de maravilla, pero que no precisa de cuchillas, y en poco rato llegamos a una vaguada moteada de pino negro donde el terreno suaviza y el sol sale a nuestro encuentro. Paramos un momento a beber y ponernos crema, disfrutando de un cielo de maravillosos colores.
Atravesando el ibón de Brazato, esto da algo de yuyu
Nos adelantan un grupo de esquiadores mientras, y cuando nos ponemos de nuevo en marcha lo hacemos siguiendo su traza, lo que al poco nos llevará a confundirnos de camino, pues llevan distinta dirección que nosotros. Ello nos obligará a dar un pequeño rodeo para llegar al ibón bajo de Brazato, donde cogemos el camino bueno hasta el Ibón de Brazato, junto a cuya pasarela nos detenemos a comer algo.
Reemprendemos camino al poco, cruzando el helado ibón y tomando unas laderas que nos llevarán al Puerto Biello (2560m), puerto de Batanes, divisoria con Sobrarbe, desde donde ya se divisa el valle del Ara. Hay que abrigarse porque sopla aire, y mientras nos preparamos para bajar charramos un poco con otros esquiadores que van a punta Bazias y que han llegado al collado justo delante nuestro. Pese a que Matteo quiere subir a dicho pico, yo le convenzo de que aún queda mucho día y no estoy tan fuerte como él así que finalmente comenzamos el descenso esquiando por una nieve muy buena en la que podemos disfrutar sin grandes esfuerzos. Pasamos por los ibones de Batanes sin darnos cuenta de donde están, pues el manto blanco lo tapa todo y en la parte final del valle nos encontramos con las coladas de avalanchas que se formaron el día anterior, ya que estamos en una zona orientada al sur que recibe mucha insolación.
Esquiando el valle de Batanes
En estas, nos hemos presentado delante de la mole gigante del Vignemale, por fin desprovista de nubes, que se erige en toda su grandeza frente a nosotros dejándonos con la boca abierta. Uno de los grandes montes más desconocidos del Pirineo, si nos atenemos a su vertiente española.
Vignemale, vertiente española. Majestuosidad
Llegados al valle del Ara, puestas las focas y quitada ropa, nos encaminamos hacia su cabecera, con un sol de justicia a nuestra espalda, avanzando por el terreno agradable del fondo del valle, que poco a poco va girando hacia el noreste y deja intuir nuestro próximo objetivo: el Puerto de los Mulos. A estas alturas de día el calor ha transformado la nieve, lo que ayuda a ganar las rampas duras del ascenso al collado, que trazamos los más alejado posible de las coladas que salpican la pendiente. Estos días el riesgo de aludes es de 1 por la mañana, que se transforma en 3 tras el mediodía por el calor que humedece la nieve y la hace más pesada. Son aludes de poco recorrido y lentas, pero no se las puede subestimar.
Ganado el puerto, las piernas están ya en su punto, así que no me extraña que Matteo me diga que estamos más cerca de los 2000m de desnivel acumulado que de los 1500m. Ahora todo lo que queda es bajada, así que en poco rato estaremos en el refu.
En el Puerto de los Mulos, mirando hacia el lado francés
Trazamos una amplia diagonal por la pendiente (esto ya es Francia) para vislumbrar mejor el descenso que nos espera, y al llegar a un pequeño hombro, aparece a nuestra derecha una mole oscura y veteada de blanco que tapa todo el horizonte. Es la titánica pared norte del Vignemale, una anchísima tapia surcada por corredores (el más famoso de ellos, el Couloir de Gaube) y los restos del otrora impresionante Glaciar de Oulettes. Una especie de mini pared norte de los Alpes traída al Pirineo.
Semejante vista hace que, con perdón, se me caigan los huevos al suelo. Merece la pena cualquier madrugón, cualesquiera horas de sudar y sufrir para llegar a este espectáculo de la naturaleza, de las fuerzas del viento, del agua y del hielo.
La Norte del Vignemale, sin palabras
Salgo del trance en que me encuentro para continuar el descenso, que se empina bastante y que va a llevarnos a pasar junto a una enorme avalancha que debió caer ayer. La nieve está en una mezcla de húmeda y costra, lo que dificulta la bajada y sobre todo la hace inmensamente cansada. Las piernas me arden a cada giro mientras tratamos de alejarnos los más rápidamente posible de las zonas más delicadas. A causa del cansancio, la nieve y lo poco que he esquiado estos últimos años, me pego un par de revolcones sin consecuencias (aunque en uno de ellos un esquí me corre un buen trecho) antes de llegar al refugio de Oulettes de Gaube, lleno hasta la bandera de montañeros, casi todos con esquís.
Foqueando valle del Ara adelante
Comienza la liturgia de llegada a un refu: sácate las botas y busca patucos de tu talla (si calzas un 46 ni te cuento lo que has de rechirar), desarma la mochila y deja en la entrada todo el material técnico (esquís, piolet, bastones, casco, arnés…), si te dejan subir la mochila a la habitación mejor, si no, selecciona lo que has de llevarte arriba, pon a secar toda la ropa mojada y las focas, haz el check in, móntate la cama y ponte ropa seca si tienes.
Una vez instalados, beber, estirar, beber, mirar mapas, beber, mirar la curiosa amalgama de personas con quienes compartes techo, beber, sestear y por fin cenar. Y qué cena!!! Pocas veces he comido mejor en un refugio: sopa (la de todos los refugios del mundo), lasaña casera, queso y postre. Y pudiendo repetir de todo!! Qué lasaña por Dios!!!
El Ibón de Brazato, o su silueta entre la nieve
Una de las cosas que más me gustó fue que la gran mayoría de comida y bebida que se servía era del valle, con lo que se fomenta el consumo de productos autóctonos y comida KM0. Un mural junto a la cocina indicaba de dónde provenía todo; quien hacía el queso, quien destilaba la cerveza (buenísima!), de donde venía la fruta y verdura, de qué carnicería provenía la carne… hasta teníamos el número de crotal y nombre de la ternera. Habría que aprender de esto en refugios del lado español.

Como al día siguiente la idea es subir al Vignemale, y la ISO0 estará muy alta, habrá que madrugar mucho. Nos ponemos el despertador a las 4 y poco más allá de las 9 nos vamos a la cama, bien tapaditos con 3 mantas que hace un frío que pela en el dormitorio.
Matteo llegando al Puerto de los Mulos

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