De vuelta al albergue aprovechamos para comer algo y no ir con el estómago vacío a la ruta. Elegimos el mismo sitio que el primer día en NZ, que está en una calle con las fachadas de colorines y las camareras son muy majas. Es curioso ver a un señor de unos 70 años que va con su nieto de unos 4, cómo se aprovecha del zagal para sentarse con unas japonesas jovencitas, que si foto por aquí, charrada por allá, intenta ligárselas creo yo. El crío está super cohibido, y el abuelo en vez de hacerle caso sigue charrando con las mozas. Al final, tras el baño de juventud, se va de la terraza mas contento que el copón.
Nos cambiamos en el hostel y de camino a donde hemos quedado con Hedley entramos en una juguetería, pues Luís ha visto unos coches en el escaparate: Es un loco de los trastos a escala, ya sean coches, cosechadoras, tractores, cubas…y como va sin un duro le tengo que comprar yo dos coches de bomberos del 1920. Más una quitanieves y una hormigonera que pilló en Queenstone, va a llevar la maleta a embute.
Llegamos donde Hedley y pruebo un poco su bici (la de hoy, que también tiene una Ventana X5), una Niner, rígida de ruedas 29er, con horquilla Maverick Duc y componentes de la hostia: XTR, X0, CB egg-beater… Me siento raro, pero me explica que es normal al principio, pero que para altos como él (es un bigardo de casi 2m) resulta cómoda y pasa muy bien los obstáculos. Aquí hay mucha bici 29er, no es una moda como nos parece a nosotros en España.
Salimos, y nos alejamos del centro de la ciudad por el carril-bici, hasta llegar a un parking de un bar, justo donde empiezan las colinas que forman el cráter de la bahía. Nos cuenta que vamos a rodar con unos amigos suyos, que están como cabras, y que son ya algo mayores (40-45 abriles) por lo que tienen ya familia y críos, pero como son autónomos y tienen sus empresas, ganan pasta pa fundírsela en la bici: pepinos de la hostia y 2 viajes por el mundo al año para pedalear. Les va el percal: senderos, trialeras, ciclomontañismo, selvas…
Empieza el desfile de todo terrenos bestiales y bicicletones (Ventanas, Spez. Enduro de carbono montadas a saco, tijas maverick, Konas con todo lo mejor…)
Empieza la marcha, y subimos unos 400-500mts de desnivel por una pista hasta lo alto de uno de los cerros. Luís y yo (mas yo que él) nos rezagamos un poco, pero siempre tenemos la excusa de las fotos, el paisaje…
Arriba de todo, vamos a empezar lo bueno. Singletracks estrechos y con piedra volcánica serpentean a un lado y otro del cerro, a media ladera, subiendo y bajando, pero con una progresiva ganancia de altitud que nos lleva a coronar el que parece punto más alto de los alrededores. Son tramos técnicos de subida donde demuestran que (aparte de conocérselos de docenas de veces) las bicis no son de pega. Suben picados entre ellos y Hedley ha de ir haciendo de puente con nosotros, que nos quedamos atrás, y algún tramo hemos de hacerlo a pata.
Llegados al punto alto, con una vista preciosa y un día perfecto, comienza una bajada llena de curvas. A gozar!!
Si, si, a gozar la primera curva, que en la segunda, a paso de burra y mirando vete a saber qué, se me clava la rueda delantera en una piedra y caigo de frente, apoyándome con las manos en el suelo. La conjunción de no llevar guantes (me los había quitado para hacer mejor las fotos), mas piedras volcánicas, así como el alineamiento de Júpiter con Urano y las lunas de Andrómeda tienen como resultado una brecha tremenda el mi palma derecha.
Sangro como en una matacía. Me quito el maillot y me lo pongo a modo de compresión en la herida, al tiempo que empiezo a ir hacia mis compañeros, que se han parado a tomar por culo de lejos.
Cuando me ven ir andando vienen hacia mí, y con ayuda de Hedley y mi botiquín-kit limpio la herida, que duele un huevo, le quito piedrecitas, le pongo una pomada que evita las infecciones, y que entra toda por la brecha (sin exagerar, cabe dentro la pala de una cucharilla de café). Me hago un vendaje mientras Hedely llama a un compañero suyo para que se acerque al pié del monte con su todo terreno. Los demás compañeros siguen marcha (luego llaman, han acabado en otro hospital porque uno se ha roto la nariz, vaya día!!) y Hedley, Luís y yo bajamos por sendero y pista hasta la carretera. La bajada es un sufrimiento, la pista tiene unas rampas bestiales y cada traqueteo me llega al alma, además no tengo fuerza para frenar mucho, se hace eterno. Por supuesto, como buen chicarrón del norte no digo ni mú.
Vamos a una clinica cercana, donde nos atienden con una amabilidad y unas sonrisas impropias de la SS española. En lo que coinciden es en el tiempo de espera. Un doctor joven, de mi edad o así me atiende, y junto con una enfermera mayor muy maja nos pegamos el rato riendo, se sorprenden de mi entereza y buen humor, porque sólo hago que bromear con ellos. Total, qué otra cosa voy a hacer si quejarme no sirve pa nada, y cosas peores hay que un corte. Me ponen la anestesia, que duele muuucho (sigo sin quejarme) y empiezan a limpiarme la herida, sacando trocitos de roca y polvo.
Me pregunta si puedo mover los dedos y si tengo fuerza en ellos, y casi le arranco la mano para probarlo. La anestesia hace que pueda cerrar los dedos sin dolor. Al poco tengo que acostarme en la camilla porque de tanto hacerme el gallito (la había declinado antes) se me va la cabeza. Ponen agua a presión y el médico me da las pinzas para que mire en la herida yo a ver si está lo bastante limpia (eso es involucrar al paciente!!) Tiene por lo menos 2cm de profundidad, la verdad es que acojona, pero como no duele (anestesiado, no te jode) espichigo un poco.
Me tienen esperando un buen rato antes de coserme, rato que aprovechamos con Hedley para contarnos media vida, mientras Luís no ha querido entrar y debe esperar afuera dormitando. Cuando me quieren poner los puntos la anestesia se ha ido casi del todo, con lo que me han de dormir otra vez, y ya sí me cosen, con 5 puntos azules la mar de pinchos. Llega el momento crítico de pagar los servicios, y yo me espero morterada, pero tan sólo son 30$, nada que ver con lo que ponía en la web del ministerio de exteriores (sanidad muy buena y muy cara, se recomienda seguro de viajes blablabla blablabla)
Ya es tarde para unas birras, así que Hedley nos deja en el hostel, apretón de manos y despedida, con la promesa de verlo a ellos por Sobrarbe a no tardar mucho.
Cenamos en un italiano de morro fino, riquísimo, con un servicio exquisito y unas camareras gemelas que quitan el hipo. Todo el mundo me mira la venda de la mano, es que no han visto ninguna??
Por la noche duermo fatal, se ha terminado la anestesia y la traperada que han hecho para limpiar y coser sale a flote. Duele y tengo pinchazos como si me acribillaran. Y el día siguente, madrugar, ir al aeropuerto, y coger el avión donde nos pasaremos las siguientes horas…de vuelta a casa.
Por la noche duermo fatal, se ha terminado la anestesia y la traperada que han hecho para limpiar y coser sale a flote. Duele y tengo pinchazos como si me acribillaran. Y el día siguente, madrugar, ir al aeropuerto, y coger el avión donde nos pasaremos las siguientes horas…de vuelta a casa.
Moraleja: la vida es una manzana reluciente, fresca, madura y crujiente que hay que comerse a grandes bocados!!
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